Friday, May 26, 2006

7. El Viejo del Parque.

Una vez superada esta primera crisis, madre e hijo vivieron en armonía durante tres meses, denominado para la historia como La Paz del Café Central, pues fue allí donde Concha se untó el pezón en vinagreta. Durante ese tiempo el pequeño Juan se convirtió en un bebé ejemplar. Apenas gritaba, apenas lloraba, apenas cagaba....Su pediatra llegó incluso a decir en un Telediario: "Llevo 32 años de profesión, y jamás he visto a un bebé cagar tan poco". En cualquier caso, el niño no daba problemas, por lo que Concha empezó a ilusionarse algo más con su hijo. Durante esos meses, incluso le llevaba al parque cada tarde.

Chupete en boca, el niño se agarraba a su sillita y la madre le daba un paseo por las calles de Chamberí hasta llegar al Parque de Santander, donde se sentaban en un banco a tomar el fresco. Pero la ilusión de Concha por su hijo no siempre rozaba la perfección, de hecho, en ocasiones se dejaba llevar por su inestable forma de ser, hasta el punto de desatender al pequeño Juan por unos instantes. En una ocasión, un sábado por la mañana, madre e hijo estaban en el parque cuando de repente Concha se dio cuenta de que no le quedaba tabaco. Sin duda era el peor vicio que tenía, junto con la ludopatía y la lobectomía. Era incapaz de estar más de 20 minutos sin un cigarro en la boca, de forma que en ese momento su principal objetivo era comprar tabaco. El estanco más cercano estaba a dos calles, y era tan orgullosa que no se quería dignar a pedir tabaco a cualquier viandante, así que se levantó, vio a un vejete solitario en un banco cercano y le pidió que por favor cuidara a su hijo durante unos minutos.

El anciano se sorprendió, y aceptó el reto con la misma ilusión que si le hubiesen propuesto hacer un viaje a la luna. Total, estaba leyendo por enésima vez El Conde de Montecristo......y sin embargo nunca había cuidado de un niño, pues su mujer, Rosario, era estéril, y aunque él fue putófago, nunca llegó a criar a ninguno de sus 5 hijos bastardos.....pero esto es otra historia.

El vejete asomó su cabeza para ver la carita del bebé, y se encontró a Juan mirándole de reojo como diciéndole "¡Oiga, que el chupete es mío!". Al abuelo le pareció muy tierno lo que vio, y sonrió, pero su sonrisa pasó rápidamente a un gesto de tristeza y amargura. Miró al cielo, luego al niño, y le dedicó estas palabras:

VEJETE
Chaval, ¿cómo te llamas?.....¿Todavía no hablas?......¿Qué edad tienes...tres, cuatro años? Da igual, al menos escucha atentamente lo que te voy a decir. Disfruta el momento, porque estás en la mejor etapa de tu vida. Ya sé que ahora te cagas encima, y eso jode, pero cuando seas adulto serán los demás los que se cagen en ti, y eso jode aún más. No hagas caso a nadie, no te dejes influir por las envidias de los demás. Distingue a los que te quieren de verdad, y nunca los desprecies ni les faltes el respeto. Sé honesto contigo mismo. No esperes de ti lo que sabes que jamás conseguirás, pero no abandones tus ilusiones.
Ama con pasión, no dejes que la madurez acabe con el brillo de tus ojos. Dúchate a diario y lávate los dientes. Recuerda que la boca es tu tarjeta de presentación. Procura no engordar, o follarás menos. Haz deporte, lee libros y nunca dejes que el frutero te engañe. Si quieres dos kilos de peras, que sean dos. ¿Vas pillando lo que te digo?....En cualquier caso, esto que te he dicho no te garantiza la felicidad en tu vida. Así que si en algún momento no puedes más, haz como yo, coge un buen libro, busca un banco a la sombra y déjate llevar por las palabras de un buen ensoñador.
Mira, ahí viene tu madre. Menudo elemento. A mi mujer le vendió quince Tuperwares, tantos que ahora guarda mis calzoncillos en uno de ellos. Abrase visto....

Tuesday, May 16, 2006

6. La Crisis de la Teta Izquierda.

Nada más llegado el crío a su hogar, ya había iniciado la primera crisis institucional de la Familia Fernández: la Crisis de la Teta Izquierda. Concha y su hijo Juan nunca se han llegado a entender. Cada uno ha tenido su forma de ser y de entender la vida, y cuando ha habido conflictos entre ellos siempre se han solucionado en base a quién estaba más inspirado.
En su primera crisis la desventaja en principio era para Juan. ¿Qué podía hacer un pequeño bebé de 25 días teniendo en frente a la number one de las ventas del Tuper? Pues más de lo que uno se puede imaginar. Concha nos cuenta sus impresiones de aquella situación.
CONCHA
Debo reconocer que el niño llegó al mundo sin buscarlo, pero eso no significa que no le tuviera cariño. Lo que pasa es que siempre ha sido un niño muy especial, es así. Mi experiencia con bebés era nula. Siempre he huido de ellos. No, los niños mejor en casas de otros, pero este bebé tenía mis apellidos, mis genes, mi sangre y me gustara o no tenía que criarlo. Siempre intenté darle lo mejor, pero sin vulnerar mis principios. Yo no hago nada con la izquierda, y llegado el momento de la toma me negué en rotundo a darle de la teta susodicha. Y no se pueden ni imaginar cómo se ponía el Juanito.......... Bueno, sí. Imagínense a un perro pequinés protegiendo un hueso, pues igual.
Pero no podía dejar que se saliera con la suya. Así que me dejé llevar por mi mala uva y le di la primera lección al crío. Sin que me viera, remojé el pezón del pecho izquierdo con vinagreta. Luego llegué como si nada y, ante su asombro, me saqué el pecho que él quería. Jamás vi tanta ilusión en un bebé, y jamás tal cara de asco.
JUAN
Sí, efectivamente. La leche del pezón izquierdo estaba asquerosa. Se ve que el bebé-capo me hizo una novatada. Y no sé por qué pero cada vez que tomo ensalada visualizo pezones....

Sunday, May 14, 2006

5. Mi Primer Conflicto con Mamá.

Tras ese espectacular nacimiento en aquel cine de verano, el pequeño Juan fue llevado al hospital, y en pocos días sus padres se lo pudieron llevar a la que sería su hogar, aquel 3º A de esa calle del barrio de Chamberí. Concha y Antonio eran muy dejados, así que cuando llegaron con el bebé el padre quitó unos trastos que tenía en una habitación e instaló allí de mala manera una cuna que le habían dejado sus vecinos. La nueva habitación de Juan no podía ser más triste. No había peluches ni empapelados celestes, tan sólo esa vieja cuna y un armario de la Primera Guerra Mundial.

Concha, con esfuerzo, intentó centrarse en su hijo y dejar de lado sus reuniones de Tuperware y sus citas con las amigas. Pero ese esfuerzo no duró demasiado. Llevaba mucho tiempo haciendo las mismas cosas como para poder dejarlo todo de repente. Y sí, vale, el bebé era mono, pero le absorvía mucho tiempo. Antonio, por su parte, no ayudaba mucho. Cada vez que Concha le demandaba más atención al crío se limitaba a levantar un osito de peluche diciendo "mira, mira" con tono infantiloide, y nada más. Acto seguido seguía leyendo el periódico o viendo la tele, sin fijarse siquiera si el niño miraba o no.

Pero el peor momento del día llegaba cuando Concha intentaba darle el pecho a Juan. No había forma de que el bebé succionara leche y en vez de eso se dedicaba a llorar, gritar y agitar sus pequeños bracitos como podía. Pero mejor que Juan nos cuente qué es lo que ocurría.

JUAN
Las tomas de leche se convirtieron en mi primer conflicto con Mamá. Cuando estaba en la maternidad, en el hospital, el bebé de la cuna de al lado me dio un chivatazo. Me dijo: "Eh, tú, el de la caca amarilla. Chupa de la teta izquierda, que sale mejor leche." Teniendo en cuenta que era el capo del lugar, pues el pobre llevaba allí casi un mes, sus consejos eran casi órdenes para mí, así que desde entonces el pecho izquierdo de mi madre se convirtió en mi obsesión.
El problema llegó cuando a la hora de la toma, mi madre sólo se sacaba el pecho derecho. Claro, yo me negaba, y por eso me dedicaba a gritar, llorar, escupir la leche y morder su pezón, todo con tal de no probar su pecho derecho. Pero claro, mi madre era muy de derechas, así que se negaba a darme el pecho izquierdo, a pesar de que el médico le decía que tenía que darme de ambos, claro. Todo lo que le recordase a la izquierda política lo ignoraba, así que el conflicto llegó a momentos de gran tensión entre ambos.
Mira que yo se lo decía claro, "el izquierdo, Mamá, el izquierdo", pero no me entendía, o se hacía la tonta. Una de mis pocas cualidades es que aún recuerdo el lenguaje de los bebés. Yo sé lo que significa "ajó", de hecho, su significado es hoy en día el secreto mejor guardado del mundo tras la fórmula de la Coca-Cola. Y ahí lo tengo, guardado en mi mente y en el cajón derecho del mueble de mi cuarto, esperando un buen momento para vendérselo a alguna compañía. Y yo entendía perfectamente a mis padres. Mi padre, cada dos por tres gritaba aquello de "¡Ese niño no se calla!". Pero no me dolía, lo decía sin maldad. Y yo realmente le daba motivos.

Thursday, May 04, 2006

4. Juan Fernández: Ese Bebé.

Como ya dijimos anteriormente, el bebé Juan Fernández no fue concebido con intención, con lo cual, la llegada al planeta de los Fernández de este meteorito de 4 kilos y medio afectó considerablemente al ecosistema familiar. Concha y Antonio llevaban una vida parecida a la de los leones y los elefantes en la sabana africana: pasotismo total. Sí, bueno, se querían, pero a su manera. Concha era puro nervio, y Antonio un toro manso, o más bien un koala manso. Sus pocas energías las gastaba en su trabajo, en una oficina de Correos de Guzmán el Bueno. El Bueno de Guzmán, como dicen algunos.
Antonio llegaba a casa, se sentaba en su sofá, se encendía un cigarrillo y ahí se dejaba consumir hasta que llegaba la noche. Concha se ganaba un dinero vendiendo Tuperwares en reuniones de señoras. Era una maestra de las ventas del Tuper, la número uno de Madrid. Las convencía a todas. La pareja pues no llevaba una relación muy pasional que se diga. Pero hay un momento en el que las constelaciones se juntan, el sol eclipsa a la luna, la luna al sol y todo ello hace que las líbidos de Antonio y Concha se encuentren en el mismo camino y en el mismo momento consiguiendo que la tímida llama sexual emerja como volcán en erupción. Después de un año de vacío, se produjo el acto sexual: Juan Fernández fue concebido fruto de un calentón matutino de fin de semana. La vida de una persona originada por un acto casi animal, instintivo, intestinal....El milagro de la vida.
Sí, de malos polvos surgieron sabios y de actos de amor nacieron dictadores. ¿Han pensado alguna vez cómo pudo ser el acto sexual en el que fue engendrado Hitler? ¿Y Mussolini? Seguramente Mamá Hitler rodeó con sus brazos a Papá Hitler, y ambos derrocharon amor, pasión y fluidos durante toda la noche, en aquella cabaña perdida en la Selva Negra, junto a la chimenea. Y al acabar, Mamá Hitler dijo: "Si es niño, llamémosle Adolfo, como tu primo de Polonia". "¿Y si es niña?"-Preguntó él- "Si es niña....Dorotea". Por desgracia salió niño.
Pero no desvariemos, centrémonos en nuestro personaje recién nacido. El bebé Juan Fernández llegó a la casa de sus padres con todos sus poderes adquiridos. "Yo, Juan Fernández, a los 3 días de edad, declaro este apartamento como territorio propio. Los súbditos Concha y Antonio me alimentarán y defenderán. Me bañarán cuando esté sucio y se despertarán cuando llore. Cada tres horas un biberón, cada dos una cagada. Me vestirán, me pasearán, me echarán colonia. Visitaré la iglesia cada domingo y molestaré a los curas con mi llanto. Me llevarán a cafeterías y espantaré a los clientes con mis gritos. Me quitaré el zapato derecho siempre que me lo pongan y escupiré el chupete al suelo siempre que pueda. He Dicho."
Los niños alegran la casa, dicen los solteros. Al menos Juan consiguió revolucionar un hogar tan triste como la sección de lejías de un supermercado.