Wednesday, November 07, 2007
24. La Llegada De Rogelio
Friday, July 27, 2007
23. El Cumpleaños De Pepito.
A la tierna edad de ocho años, Pepito cumplió ocho años. El enemigo eterno de Juanito daba un paso más hacia la madurez y su madre quería celebrarlo con una gran fiesta en su casa. A tal evento irían niños de todos los rincones de Chamberí, incluso niños de Cuatro Caminos y del Colegio de Nuestra Señora del Buen Consejo, en cuya fachada faltaba siempre misteriosamente la "s" de la última palabra. Irían unos 20 ó 30 niños incluido Juanito, mal que le pesara al del cumpleaños.
Susana, la madre de Pepito, lo tenía todo previsto: habría refrescos, galletas, globos de colores, Sugus de Suchard y una gran piñata. Mientras tanto, en su casa, Juanito rebuznaba con impotencia ante la obligación de acudir a la fiesta de su feo vecino. Concha, como buena diplomática, sabía de la importancia de dicho evento. Mientras los niños disfrutaban de la celebración en casa del homenajeado, las madres se reunirían en su casa para celebrar una reunión de Tupperwares; de forma que nada podía enturbiar el pepitil acontecimiento.
Horas antes, madre e hijo se acercaron al Corte Inglés para buscar un regalo. Juanito sugería todo tipo de objetos ridículos e inservibles, como un cepillo para la espalda o unas muñecas rusas, pero Concha se decantó por un juego de dardos. Por unos segundos, el niño se imaginó a sí mismo atado frente a la diana y al vil Pepito ajustando su puntería para clavarle el dardo en la punta de su nariz.... Acto seguido, Juan vomitó encima de una dependienta, y en quince años no volvió a pisar la sección de juguetería del Corte Inglés de Chamberí.
A las seis en punto, una fila de niños repeinados esperaban tras la puerta de entrada a la casa. Al abrir el niño, todos gritaron al unísono: "¡¡Felicidades, Pepito!!" Y entraron todos corriendo como vándalos en busca de las medias noches, caramelos y coca-colas que les esperaban en lo alto de la mesa de la cocina. Para estas cosas, Susana era muy imaginativa. Inventaba juegos para los críos para que en ningún momento se aburriesen. En una de éstas, ella se colocó junto a la puerta de la cocina con una cesta llena de sugus, y los niños debían correr alrededor de la casa siguiendo un circuito hecho con globos, y cada vez que pasaban por la puerta, Susana les daba un sugus y una palmadita en el culo, y a seguir corriendo. Luego, cuando ya estaban cansados, les hizo sentar en el suelo y se puso a imitar animales que los niños debían adivinar.
Mientras tanto, las madres estaban en casa de Concha en plena reunión tupper. Y mientras.... ¿Qué hacía Batalla? El perro de los Fernández no dudó en aprovechar la confusión del momento para hacer realidad sus sueños más húmedos.... ¡beneficiarse a Lilí, la perra San Bernardo del Primero B! Y en ese piso se encontraban los canes, mirándose melosos después de beberse un par de tequilas con limón y sal y decirse tres cosas bonitas al oído, así, susurradas.... Pero poco les duró el romanticismo, porque la pasión les desbordó como a lobeznos, y pronto adoptaron la postura del misionero.... hasta que observaron que era una postura inservible siendo perros, con lo cual adoptaron la posición "a lo perro", más propio de ellos. Y cómo se les cambió la cara cuando obervaron que un schnautzer miniatura era incapaz de alcanzar el fruto de los dioses de una perra San Bernardo, por mucho que lo intentara.
La frustración llevó a Batalla incluso a usar una caja de zapatos para elevar el pubis, pero.... resultó imposible. ¡Su gozo en un pozo! ¡Su pasión inmaterializada! ¡Se acabó lo que se daba! Ella le dio un besito en la frente y trató de consolarle pero, básicamente, Batalla estaba hundido en la miseria moral más absoluta. Cabizbajo retornó a su casa, encendió la tele, y se puso a ver los dibujitos mientras bebía un martini bien fresco.
Mientras, en casa de Pepito llegó el momento culmen de la fiesta. Del techo colgaba una gran piñata. Susana le tapaba los ojos a su hijo con un pañuelo negro, mientras todos los niños esperaban expectantes a que los miles de caramelos salieran dispersos de la piñata tras un golpe crucial de Pepito. Pero el vil niño se guardaba un as en la manga. Previamente, había hecho un pequeño agujero al pañuelo negro, pero no precisamente con la intención de dar un golpe certero a la piñata, sino para buscar a Juanito entre la multitud de niños y dar unos cuantos palazos. Cuando Susana gritó ¡yaaa!, Pepito ya había localizado a Juan a su derecha, y empezó a dar palazos buscando su blanco perfecto. Los niños empezaron a correr despavoridos y Juanito intentaba evitar los golpes de Pepito esquivándolos como podía. Susana, enfurecida con su hijo, no paraba de gritar que dejara de comportarse como un troglodita, y que le diese a la piñata de una puñetera vez, pero no había manera. La manada de niños abrieron la puerta de la casa y salieron de allí entre chillidos y aullidos, y sus madres, al oír semejante follón, salieron también despavoridas de casa de Concha, convirtiéndose aquella situación en un acto propio del hundimiento del Titanic.
Por supuesto, algunas madres aprovecharon el caos para hacerse con algún tupper sin pagarlo, y aquello supuso un enfrentamiento cruel entre Concha y Susana durante un largo tiempo. Pepito fue castigado durante un mes, y en compensación, susana le regaló a Juanito el contenido de la piñata que nunca llegó a estallar. El pequeño Juan comió tantos caramelos esa semana, que cogió una buena empachera, y durante 20 años jamás volvió a comerse un caramelo, ni siquiera un Pictolín.
Wednesday, May 23, 2007
22. Salvador, Un Amigo.
Wednesday, April 25, 2007
21. Concha VERSUS Señora de Cuenca.
Sunday, April 01, 2007
20. La Vida Sentimental de Batalla.
Pero Batalla, a pesar de la fiereza que despliega ante la presencia de Pepito, es en realidad un ser débil de espíritu, apocado, dado a los lloros en privado y a la bipolaridad. El can de Juan es el más pequeño de una camada de cinco criaturas. Ya desde su nacimiento tuvo una vida difícil, pues su madre nació sólo con cuatro tetillas, con lo cual una de las crías se quedaba siempre sin mamar, y solía tocarle a él por ser el benjamín. El hermano de en medio propuso hacer algo así como el juego de las sillas, de forma que todos los cachorrillos debían danzar rodeando a su madre y al cese de la música debían correr raudos hacia los pezones. Quien se quedase sin tetilla, se quedaba sin comer. Pero esta idea fue rechazada de pleno por los otros tres hermanos y la abstención de Batalla.
Al poco tiempo de nacer, Batalla tuvo que soportar otro trago amargo en su vida. Su dueña, la presentadora de televisión, se equivocó de sexo y a la hora de inscribir al cachorro en su tarjeta de pedigree le llamó "Melania", lo cual le convirtió en el hazme reir de todo el barrio durante un buen tiempo. Los demás perros le piropeaban como si se tratara de una dulce hembra entre risas y ladridos. Y toda esta crueldad perruna melló en su carácter... y en su relación con las perras.
Batalla llevaba no más de un mes en casa de los Fernández cuando la vecina del Primero B se hizo con una pequeña perra San Bernardo. Se llamaba Lili, en honor a Lili Marlen. Batalla y Lili se conocieron en el ascensor, pero la conversación no dio para mucho porque viviendo Lili en un primer piso, el trayecto no daba casi ni para hablar del tiempo. De vez en cuando sus dueños les sacaban por el parque, y después de hacer sus respectivas necesidades solían dedicarse un tiempo a olerse, pero Tana mostraba su actitud altiva de fémina refinada y se alejaba de Batalla como dando saltitos, lo cual el perrito lo interpretaba como una clara negativa a sus insinuaciones.
El tiempo pasaba y Batalla se hizo ya un perro en edad de merecer. Un día, una clienta de Concha que tenía una perrita schnauzer, le propuso un apareamiento. A cambio, la clienta le compraba un juego de seis tuppers. Concha no se lo pensó dos veces, y no tardó en concretar la hora y el sitio. El lugar convenido: la fría cocina de la señora; la hora: las once de la noche del 13 de octubre. La forzada pareja debía pasar la noche allí encerrada con la sana intención de llegar al menos a una copulación. La perrita, Curra, no le recibió muy cordial que digamos. "Si crees que vas a pasar una noche de sexo desenfrenado estás muy equivocado, ¿eh? Ya sé que en la nevera hay mantequilla, pero si te da por creerte Marlon Brando más vale que te lo pienses o serás el primer perro eunuco".
¡Guau! Batalla se quedó de piedra. Al otro lado de la ventana, las dos señoras les miraban con una mezcla de dulzura y picardía. ¡Sus perros iban a perder su virginidad delante de sus narices! Pero el tiempo pasaba y en aquella cocina lo único que se cocía era un par de coliflores. Batalla no dejaba de olisquear e intentar acercarse a la perrita, pero ella parecía transformarse en Alien al mínimo contacto. La único obsesión de Batalla era cumplir como machito, pues el desliz de su nombre femenino le creó una fama de mariposón que él quería eliminar de inmediato. Y no porque tuviese algo contra los gays. De hecho, algunos de sus mejores amigos lo eran. Pero necesitaba tener una imagen de perro macho si quería tener opciones con Tana. Así que se acercó a Curra y le dijo bien claro: "Nena, nos han encerrado aquí para procrear. Sabes bien que nos mantendrán encerrados aquí noche tras noche hasta que nos vean pegados. Así que tenemos dos opciones: o estamos persiguiéndonos como el perro y el gato oliendo a coliflores sin parar o lo hacemos de una vez por todas dejando el pabellón bien alto. Tú decides".
Curra pareció no pensárselo demasiado. Al final aceptó, y mientras los perros yacían, las dos señoras se reían al otro lado de la ventana, y la dueña de Curra le dijo a Concha: "¿Lo ves? El truco de las coliflores cociéndose es mano de santo. Ya puedes ir preparando el lote de tuppers, que tu perro está cumpliendo como un campeón. ¡Si hasta parece que se ha leido el Kamasutra!"
Y dicho eso, las señoras se fueron a tomar el té, mientras los perros permanecieron enganchados un buen rato con cara de circunstancias. Porque a ver qué cara se pone si no cuando dos seres se quedan enganchados por semejante parte mirando cada uno al otro lado esperando a que la cosa se desenganche....
Friday, March 23, 2007
19. Bellota Gorda.
Tuesday, February 06, 2007
18. El Amargo Aliento del Borracho de Bar.
Entristecido por su nuevo varapalo, Juan decidió ir al bar de debajo de su casa y pedir con toda la amargura que pudiese un buen vaso de leche. Como pudo se sentó en el asiento de la barra, puso mueca de fracasado, de indiferencia hacia la vida, y blanqueó su mente como hacen los borrachos. En ese momento, un hombre de unos cuarenta años entró en el bar y se sentó junto al pequeño. Su imagen no era muy diferente al de Juanito: su boca contagiaba su tristeza a los presentes, y sus labios secos y arrugados aclamaban su dependencia al tabaco. Ojeó un diario deportivo, pero rápidamente lo apartó con desmesura, como si hubiese comprobado que su equipo de siempre volvió a perder. Entonces, se fijó en Juan y en su vaso de leche, y comenzó a hablar.