Saturday, December 02, 2006

17. Cucaracha's Puppy Doo

El día que Juan cumplió los 5 años, pusieron en el cine de verano Le Llamaban Trinidad, una de Bud Specer y Terence Hill. Juan se lo pasó de lo lindo viendo a esos dos fortachones dar puñetazos a diestro y siniestro, e imaginaba que era él quien pegaba a Pepito y su panda de matones. A la salida del cine, una vez que sopló las velas de la tarta que ofrecieron en su honor los vecinos de Chamberí, notó como un niño le agarraba de la camiseta.

"Eh, tú, ¿no me recuerdas?", dijo el niño. Juan le miró de arriba a abajo con cierta temeridad, esperando que sus siguiente palabras no fueran "soy tu fan número uno". Pero no fue así, y le dijo: "¡Chaval, soy Cristobalito, el bebé-capo!" "¡Hombreeeee, qué de tiempo! ¿Cómo tú por aquí?" "Pues ya ves, macho. No te veía desde que era sietemesino" Y así siguieron durante unos minutos con la típica conversación de conocidos.... Pero pronto Cristobalito vio en Juan un tono triste en su mirada, un halo de penosidad, un moco en su nariz.... Y le preguntó muy seriamente mientras chasqueaba los dedos: "¿Puedo hacer algo por ti, Juan? Recuerda que te debo una desde que me pasaste un donut de contrabando a la incubadora".

Y fue entonces cuando Juan vio en aquel chaval el aliado que todo país en guerra aspira a tener. Cristobalito no sólo era un pillín de cuidado, además, era un mastodonte para su edad. Pensó que introducir al bebé-capo en su guerra contra Pepito podría desnivelar la balanza hacia su lado, que después del incidente con las babosas su estatus quedó en un estado lamentable.

Juan le citó a la mañana siguiente en el parque: detrás de aquel árbol y en frente del columpio ese. Cristobalito escuchó con atención el relato batallil de Juan, y a medida que las palabras se iban sucediendo, por los gestos de aquel se deducía que en su mente se estaba elucubrando un plan estratégico digno de Montgomery. O era eso o es que le estaba sentando mal el cocido de su madre.... En cualquier caso, el capo le echó un brazo sobre su hombro y le dijo: "Juan, ese Pepito es un pringao. Déjame coger las riendas de tu conflicto y en menos de tres meses la chica será tuya y Pepito besará el suelo por donde pises".

Esas palabras le entraron en el cuerpo como dulces de leche. ¡Se sintió como Mussolini cuando se alió con Hitler! ¡¡Qué futuro más glorioso les esperaban a ambos!! El pequeño Juan tardó unos años en enterarse de que esos dos sujetos acabaron más mal que bien, pero lo realmente importante para él era que se abría un halo de esperanza, un halo de luz llamado Cristobalito.

Dos días después, el niño-capo citó a Juan enfrente del mercado, junta a la tienda esa. Cristobalito le estaba esperando con un periódico bajo su hombro. La contraseña era "culo-caca-pedo-pis". Y entonces el mafias le soltó a Juan la estrategia que había pensado en esos dos días: "Juan, todo imperio basa su fortaleza en una buena base económica. Sin dinero no hay armas, sin alimentos no hay espíritu, y sin estas dos cosas no hay triunfos. Con los dos duros que guardas en tu cerdito no hacemos nada, así que me vino una idea a la cabeza cuando me hablaste de esas cucarachas que tienes en tu baño. Sí, esas que por las noches....ejem, ya sabes. Con un poco de organización podemos montar un show para los niños de tu edificio, un show con un título sugerente: ¡Cucaracha's Puppy Doo! Cobramos a un duro la entrada, y con el dinero que ganemos, nos surtiremos para la gran victoria final."

JUAN

Escuchado así, "un show de cucarachas estripers", suena más bien a cachondeo, pero fue todo un bombazo durante una semana. Cada noche, Cristobalito y yo conseguíamos traer a casa al menos a diez niños, y ninguna madre se percataba del asunto. Imagínenese a diez niños saliendo de sus casas en mitad de la madrugada para dirigirse a ver un show de dos rombos en mi cuarto de baño.... y pagando encima un duro cada uno. Y todo para ver, si es que se daba la ocasión, a un par de cucarachas montándose una juerga entre ellas. Pero si aquello no ocurría, la organización lo compensaba otorgando a cada niño una galleta Príncipe de Bequelar o bien una porción de quesito de La Vaca Que Se Descojona.

Cristobalito colocó una mini bombilla roja en su linterna, de forma de con ella alumbraba las paredes del baño para ir creando ambiente. En silencio, esperábamos a que salieran las cucarachas rezando para que tuvieran la libido subida esa noche. Nadie respiraba, ninguno movía un músculo, y cuando los bichejos se ponían en acción, cada uno respondía de una u otra manera. Santiago el del cuarto vomitó, Luisito el del quinto perdió el habla unos días, aunque la mayoría respondiá con una gran indifirencia. "¿Y esto es todo?", llegó a decir alguno que otro. Pero qué querían, se trataba de cucarachas, no de Sofía Loren....

Un día le pregunté a Cristobalito de dónde sacó el nombre de Cucaracha's Puppy Doo, y me contestó: "De esa canción que cantaba Marilyn Monroe, sí hombre, esa que decía:

I wanna be loved by you,

just you and nobody else but you.

I wanna be loved by you alone

paah-deeedle-eedeedle-eedeedle-eedum,

poo pooo beee dooh!"