Thursday, May 04, 2006

4. Juan Fernández: Ese Bebé.

Como ya dijimos anteriormente, el bebé Juan Fernández no fue concebido con intención, con lo cual, la llegada al planeta de los Fernández de este meteorito de 4 kilos y medio afectó considerablemente al ecosistema familiar. Concha y Antonio llevaban una vida parecida a la de los leones y los elefantes en la sabana africana: pasotismo total. Sí, bueno, se querían, pero a su manera. Concha era puro nervio, y Antonio un toro manso, o más bien un koala manso. Sus pocas energías las gastaba en su trabajo, en una oficina de Correos de Guzmán el Bueno. El Bueno de Guzmán, como dicen algunos.
Antonio llegaba a casa, se sentaba en su sofá, se encendía un cigarrillo y ahí se dejaba consumir hasta que llegaba la noche. Concha se ganaba un dinero vendiendo Tuperwares en reuniones de señoras. Era una maestra de las ventas del Tuper, la número uno de Madrid. Las convencía a todas. La pareja pues no llevaba una relación muy pasional que se diga. Pero hay un momento en el que las constelaciones se juntan, el sol eclipsa a la luna, la luna al sol y todo ello hace que las líbidos de Antonio y Concha se encuentren en el mismo camino y en el mismo momento consiguiendo que la tímida llama sexual emerja como volcán en erupción. Después de un año de vacío, se produjo el acto sexual: Juan Fernández fue concebido fruto de un calentón matutino de fin de semana. La vida de una persona originada por un acto casi animal, instintivo, intestinal....El milagro de la vida.
Sí, de malos polvos surgieron sabios y de actos de amor nacieron dictadores. ¿Han pensado alguna vez cómo pudo ser el acto sexual en el que fue engendrado Hitler? ¿Y Mussolini? Seguramente Mamá Hitler rodeó con sus brazos a Papá Hitler, y ambos derrocharon amor, pasión y fluidos durante toda la noche, en aquella cabaña perdida en la Selva Negra, junto a la chimenea. Y al acabar, Mamá Hitler dijo: "Si es niño, llamémosle Adolfo, como tu primo de Polonia". "¿Y si es niña?"-Preguntó él- "Si es niña....Dorotea". Por desgracia salió niño.
Pero no desvariemos, centrémonos en nuestro personaje recién nacido. El bebé Juan Fernández llegó a la casa de sus padres con todos sus poderes adquiridos. "Yo, Juan Fernández, a los 3 días de edad, declaro este apartamento como territorio propio. Los súbditos Concha y Antonio me alimentarán y defenderán. Me bañarán cuando esté sucio y se despertarán cuando llore. Cada tres horas un biberón, cada dos una cagada. Me vestirán, me pasearán, me echarán colonia. Visitaré la iglesia cada domingo y molestaré a los curas con mi llanto. Me llevarán a cafeterías y espantaré a los clientes con mis gritos. Me quitaré el zapato derecho siempre que me lo pongan y escupiré el chupete al suelo siempre que pueda. He Dicho."
Los niños alegran la casa, dicen los solteros. Al menos Juan consiguió revolucionar un hogar tan triste como la sección de lejías de un supermercado.

2 comments:

Kinezoe said...

Me parece que me estoy enganchando a la historia. Eso sí, la estoy dosificando para que me dure más: cada día un único capítulo.

Mis felicitaciones. Está muy bien escrita ;)

Saludos!

civairot said...

Muchas gracias, Kinezoe. Se agradecen los ánimos!!

¡Saludos!