Sunday, May 14, 2006

5. Mi Primer Conflicto con Mamá.

Tras ese espectacular nacimiento en aquel cine de verano, el pequeño Juan fue llevado al hospital, y en pocos días sus padres se lo pudieron llevar a la que sería su hogar, aquel 3º A de esa calle del barrio de Chamberí. Concha y Antonio eran muy dejados, así que cuando llegaron con el bebé el padre quitó unos trastos que tenía en una habitación e instaló allí de mala manera una cuna que le habían dejado sus vecinos. La nueva habitación de Juan no podía ser más triste. No había peluches ni empapelados celestes, tan sólo esa vieja cuna y un armario de la Primera Guerra Mundial.

Concha, con esfuerzo, intentó centrarse en su hijo y dejar de lado sus reuniones de Tuperware y sus citas con las amigas. Pero ese esfuerzo no duró demasiado. Llevaba mucho tiempo haciendo las mismas cosas como para poder dejarlo todo de repente. Y sí, vale, el bebé era mono, pero le absorvía mucho tiempo. Antonio, por su parte, no ayudaba mucho. Cada vez que Concha le demandaba más atención al crío se limitaba a levantar un osito de peluche diciendo "mira, mira" con tono infantiloide, y nada más. Acto seguido seguía leyendo el periódico o viendo la tele, sin fijarse siquiera si el niño miraba o no.

Pero el peor momento del día llegaba cuando Concha intentaba darle el pecho a Juan. No había forma de que el bebé succionara leche y en vez de eso se dedicaba a llorar, gritar y agitar sus pequeños bracitos como podía. Pero mejor que Juan nos cuente qué es lo que ocurría.

JUAN
Las tomas de leche se convirtieron en mi primer conflicto con Mamá. Cuando estaba en la maternidad, en el hospital, el bebé de la cuna de al lado me dio un chivatazo. Me dijo: "Eh, tú, el de la caca amarilla. Chupa de la teta izquierda, que sale mejor leche." Teniendo en cuenta que era el capo del lugar, pues el pobre llevaba allí casi un mes, sus consejos eran casi órdenes para mí, así que desde entonces el pecho izquierdo de mi madre se convirtió en mi obsesión.
El problema llegó cuando a la hora de la toma, mi madre sólo se sacaba el pecho derecho. Claro, yo me negaba, y por eso me dedicaba a gritar, llorar, escupir la leche y morder su pezón, todo con tal de no probar su pecho derecho. Pero claro, mi madre era muy de derechas, así que se negaba a darme el pecho izquierdo, a pesar de que el médico le decía que tenía que darme de ambos, claro. Todo lo que le recordase a la izquierda política lo ignoraba, así que el conflicto llegó a momentos de gran tensión entre ambos.
Mira que yo se lo decía claro, "el izquierdo, Mamá, el izquierdo", pero no me entendía, o se hacía la tonta. Una de mis pocas cualidades es que aún recuerdo el lenguaje de los bebés. Yo sé lo que significa "ajó", de hecho, su significado es hoy en día el secreto mejor guardado del mundo tras la fórmula de la Coca-Cola. Y ahí lo tengo, guardado en mi mente y en el cajón derecho del mueble de mi cuarto, esperando un buen momento para vendérselo a alguna compañía. Y yo entendía perfectamente a mis padres. Mi padre, cada dos por tres gritaba aquello de "¡Ese niño no se calla!". Pero no me dolía, lo decía sin maldad. Y yo realmente le daba motivos.

No comments: