Monday, July 17, 2006

13. Amor Imposible.

El día del entierro de Antonio, el pequeño Juan seguía aún bajo el cuidado de Susana. Ajeno a todo lo que ocurría en el cementerio, el bebé seguía disfrutando de unas minivacaciones en el 1º B. Juan seguía enamorado de Susana, y así nos lo sigue relatando él mismo:

JUAN
Estando allí con ella me sentía como en el paraiso, pero en el paraiso antes de que les echaran de allí. Yo no dejaba de observarle sus pechos. Como había aprendido a decir "teta", me pasaba las horas diciendo esa palabra con todas las tonalidades posibles: cariñoso, mimoso, insinuante, irónico, sarcástico, demoníaco....Pero nunca cedió a mis pretensiones. Y no lo entendía, ¿cuál era el problema, la edad? Al fin y al cabo, ¿qué eran 31 años de diferencia? Cuando yo tuviese 30, ella tendría 61. Y yo la cuidaría en su vejez al igual que ella a mí en mi "bebez".
Quizás el problema fuese Pepito. Vale, teníamos casi la misma edad, pero yo no hubiera tenido problema en darle mis apellidos y aceptarle como hijo, y él acabaría entendiendo la situación. Pero me acabé rindiendo ante la evidencia. Nuestra relación era imposible. No la podría llevar al cine, ni a restaurantes....ni dar paseos por el Retiro, a no ser que ella empujase del carrito. No podría invitarle a una copa, regalarle joyas....Ella acabaría por aburrirse de mis limitaciones, y de cambiarme de pañales cinco veces al día. Me echaría a llorar y ella no sabría porqué, y no podríamos mantener discusiones sobre los excesivos gastos de la casa. Y además, la sociedad no aceptaría nuestra relación. Era demasiado peso para ella, así que decidí dejar aparcado mis sentimientos, y me dediqué a tirar mi chupete continuamente al suelo, que es lo que hacen los bebés.
SUSANA
Realmente Juan fue un bebé un tanto extraño, pero Concha me pidió ese favor y no podía negarme, claro, a pesar de que Pepito ya me daba bastante guerra. Me sorprendió mucho que acudiera a mí, teniendo en cuenta que no le era simpática. Aunque pensándolo bien, quizás fue precisamente por eso por lo que me encasquetó a un bebé durante 3 días. Concha siempre ha sido una mujer de armas tomar, y en aquella época más si cabe. Entre usted y yo, ella se pensaba que yo pretendía a su Antonio, y por eso me tenía entre ceja y ceja.
Se pensaba que por vivir sin mi marido durante tanto tiempo yo me dedicaba a flirtear con los maridos de las demás. Incluso llegó a divulgar por ahí que a ver si Pepito era realmente hijo del marinero o vaya usted a saber de quién. Hasta que un día no pude más y subí a su piso. Abrió la puerta y le dije claramente que yo era fiel a mi marido y que se dejara de estupideces, que por nada del mundo me iba a liar con Antonio, entre otras cosas porque no soporto los bigotes.
En cuanto a Juanito, ummmmm. Todavía hoy en día siento que me devora con su mirada, fruto más bien de un amor platónico no consumido.....gracias a Dios.
Una vez enterrado el bueno de Antonio, una nueva realidad habitaba en el hogar de Juan. Concha recogió a su hijo con lágrimas en los ojos, y una cierta mirada de odio a su vecina, pues al ver cómo reaccionaba el bebé al ser apartado de las dulces manos de Susana, Concha no pudo evitar revivir aquellas dudas sobre la honorabilidad de su ya difunto marido. No obstante, no quiso parecer grosera, puesto que siempre viene bien tener una vecina que haga de cuidadora de vez en cuando.

1 comment:

haujavi said...

Se ha olvidado de comentar Juan que era menor de edad y lo que pretendía sería delito.