Sunday, June 25, 2006

10. La Sonrisa de Papá.

15 de julio de 1974. El pequeño Juan Fernández cumple su primer año de vida. Su madre ha querido celebrarlo acudiendo en familia a un cine de verano, rememorando así el accidental nacimiento del bebé, y de paso, abaratando costes, pues el ayuntamiento regaló a la familia un bono perpetuo para los cines de verano. Algún concejal incluso pretendió bautizar al cine como "Cine de Verano Juan Fernández", pero la petición fue rechazada de pleno por todo el consistorio, llegando a ser calificada como de "estúpida idea", "parida de concejal aburrido" o "necedades del mequetrefe de turno".

Esta vez la película a visionar era CASINO ROYALE, aquella sátira del héroe James Bond. Acudieron al cine todos aquellos que presenciaron el nacimiento un año atrás, excepto Miguel Rodríguez, que el pobre falleció víctima de una croqueta mal cocinada. A las 23:05 pararon la película, encendieron las luces y ofrecieron un pequeño ágape, que de hecho, más que un ágape fue un agapito. Y en seguida siguieron con la proyección. Por supuesto al acto no faltó el Doctor Ricardo Gallardo Muñiz, el que se cargó con la responsabilidad de ejecutar el parto, y el cual se sentó junto a Concha y Antonio.

Antonio, por cierto, aún no había perdonado a su hijo la jugarreta de meses atrás. Salió muy dolido por la experiencia, era la primera vez que un bebé le tomaba el pelo de semejante manera. Era tal su desengaño que decidió retirarle la palabra durante un año, a lo cual el bebé le respondió de la misma manera, y de su boca no salió ni una sola palabra.

Aquel acto de celebración en el cine no llegó a celebrarse nunca más, pues al acabar la proyección, ninguno de los presentes aportó su contribución acordada, y salieron todos despavoridos huyendo de aquel parque como si de la peste se tratara. Y el médico, que fue quien dio la idea del acto, tuvo que apechugar con todos los gastos.

Esa noche llegaron a su casa contentos. Concha se pasó todo el camino de vuelta cantando el "La, La, La" de Massiel, mientras que Antonio y su hijo miraban a otra parte avergonzados. Puesto que habían tomado algo en el cine, decidieron acostarse nada más llegar. El bebé en su cunita y el matrimonio en su cama, aunque marido y mujer dormían separados por una fila de cojines, para evitar así contacto alguno e impedir que un nuevo calentón tuviese como consecuencia un hermanito para Juan. Dormían como lirones a las 3 de la mañana, o eso parecía......Juan quiere narrar en primera persona lo acontecido.

JUAN
Eran las tres de la mañana, y decidí darme una vuelta por el cuarto de baño para ver si veía a las cucarachas. Me bajé de la cuna y me fui desplazando evitando cualquier ruido delatador, pero me sorprendió ver de repente una sombra en la oscuridad y sonidos de pasos. Pronto descubrí que debía de ser mi padre, y me fui acercando poco a poco hacia el baño, pues era allí a donde parecía que se dirigía él. Pegado a la pared del pasillo, escuchaba los sonidos habituales en dicha situación: meada, tirada de la cadena del báter, lavado de manos....y de repente un sonido no habitual, más bien un ruido, ¡un cataplás!
Reconozco que ese ruido me desconcertó del todo, y que el miedo se apoderó de mí. Gateando acudí como pude al baño hasta ver a mi padre en el suelo. Le vi y me sorprendió del todo. Pensé: "¡mi padre jugueteando conmigo! Claro, seguramente me escuchó y quiso buscar la broma tirándose por los suelos...." Lo cual significaba que su enfado había llegado a su fin, que no había motivos para renunciar a la relación padre-hijo por semejante tontería, ¡que en el fondo me quería! Y me alegré tanto que yo me eché a reir, a carcajear, y mi padre, ahí tirado en el suelo, me miró, como con cierto esfuerzo, y sonrió.
Mi padre murió de un ataque al corazón, y yo pensaba que me hacía bromas tirado en el suelo. Mis carcajadas no llegaron a despertar a mi madre, y hasta que no le desveló la mañana no descubrió el cuerpo de mi padre sin vida. Yo, cuando me aburrí del juego de mi padre, me volví a la cuna, y dormí plácidamente el resto de la noche, recordando para siempre la sonrisa más sincera que Antonio, mi padre, me había dedicado jamás.

2 comments:

haujavi said...

No podía ser otra, no, tenía que ser Casino Royale(próximamente una versión en condiciones aparecerá en cine). Tenían que haber muerto todos los que eligieron la película para dar en el cine. Si el padre fue partícipe le está bien empleado.

Bueno, no me he podido reprimir. Además has puesto el título en mayúsculas. Oye, que está muy bien el relato. Algún día me lo leo enterito, pero tiene muy buena pinta. Sigue así.

civairot said...

Hombreeee, alguien que me lee! Que sepas, Haujavi, que cuando decidí que la película fuese Casino Royale pensé: "espero que Haujavi no lea esto".

Bueno, gracias por escribir un mensaje aquí.

Saludos.